Siembra de arboles

Plantar árboles es el proceso de trasplantar brotes de árboles, obtenidos de las semillas en un ambiente controlado (por ejemplo, un invernadero) a su emplazamiento definitivo al aire libre. Generalmente se plantan árboles para silvicultura, recuperación de tierra o configuración de paisaje. Difiere del trasplante de árboles más grandes en arboricultura, y del proceso, más barato pero menos fiable, de plantar directamente las semillas en el emplazamiento definitivo.

En silvicultura la actividad se conoce como reforestación, o forestación, dependiendo de si el área plantada ha tenido o no cobertura forestal recientemente. Implica plantar brotes en una extensión de tierra donde el bosque ha sido talado o dañado por el fuego, una plaga o la actividad humana. Se plantan árboles en muchas partes del mundo, y las estrategias pueden diferir ampliamente según países, áreas geográficas o empresas de reforestación. Los conocimientos necesarios para plantar árboles eficientemente se encuentran en la ingeniería de montes (llamada también ingeniería forestal). La reforestación es la respuesta de la industria maderera a la destrucción a gran escala de bosques viejos, pero un bosque plantado raramente reproduce la biodiversidad y complejidad de un bosque natural.

Como los árboles fijan el dióxido de carbono del aire cuando crecen, plantar árboles puede utilizarse como técnica de geoingeniería para reducir el CO2 de la atmósfera y así luchar contra el cambio climático. Los proyectos para reverdecer desiertos pueden pretender inicialmente mejorar la biodiversidad y recuperar acuíferos y cuencas hidrológicas, pero también mejoran la economía y el bienestar de los habitantes al incrementar el número de empleos en la agricultura y silvicultura.


Papel en el cambio climático
El desarrollo de mercados para el comercio de derechos de emisión en los últimos años ha abierto una nueva fuente de financiación para proyectos de plantado de árboles: compensaciones del carbono (carbon offsets). El que del plantado de árboles se derive la creación de una compensación por el dióxido de carbono emitido en otra parte del mundo se apoya en la idea de que los árboles ayudan a mitigar el cambio climático fijando el carbono a medida que crecen. Sin embargo, las teorías que unen los árboles con el cambio climático están lejos de ser demostradas, y los árboles continúan siendo una controvertida fuente de compensación.

Impactos en el clima

Los científicos del clima que trabajan para el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) creen que la deforestación inducida por el hombre es responsable de entre el 18 y el 25 % del cambio climático a escala mundial. Las Naciones Unidas, el Banco Mundial y otras organizaciones no gubernamentales líderes animan a plantar árboles como método para mitigar los efectos del cambio climático.

Los árboles fijan el dióxido de carbono a través de la fotosíntesis, convirtiéndolo en oxígeno molecular (O2) y materia orgánica vegetal, como carbohidratos (por ejemplo, celulosa). Por tanto, extender el área de bosque, o su densidad, incrementará la biomasa y reducirá los niveles de CO2 atmosférico. Este dióxido de carbono vuelve al aire si el árbol se quema o se pudre por descomposición bacteriana, pero mientras el bosque es capaz de crecer al mismo ritmo que su biomasa se pierde por oxidación del carbono orgánico, el resultado neto es neutro en carbono. En su valoración de 2001 el IPCC estimó el potencial de la mitigación biológica del cambio climático (principalmente plantado de árboles) en alrededor de 100 gigatoneladas acumulativas de carbono para 2050, equivalentes a entre el 10 y el 20 % de las emisiones procedentes de combustibles fósiles durante ese período.

Sin embargo el efecto de enfriamiento mundial que producen los bosques fijando el dióxido de carbono no es el único factor que se debe considerar. Por ejemplo, la plantación de nuevos bosques puede liberar inicialmente a la atmósfera algunos de los depósitos de dióxido de carbono de la zona. Específicamente, la conversión de turberas indonesias en plantaciones de palmera aceitera ha hecho de Indonesia el tercer mayor país emisor de gases de efecto invernadero.

Comparados con terrenos de menos vegetación, los bosques afectan al clima de tres formas:

Enfrían la Tierra funcionando como sumideros de dióxido de carbono.
Enfrían la Tierra añadiendo vapor de agua a la atmósfera, incrementando así la nubosidad.
Calientan la Tierra al absorber un porcentaje mayor de la luz solar por la baja reflectividad de las superficies oscuras de un bosque. Este efecto de calentamiento, o reducción de albedo es mayor en los bosques perennes, porque su reflectividad es muy baja y sombrean la capa de nieve, que la tiene muy alta.
Hasta la fecha la mayor parte de las estrategias de compensación basadas en el plantado de árboles solo han tenido en cuenta los dos primeros efectos. Un estudio publicado en 2005 combinaba los tres y halló que los bosques tropicales tienen un efecto neto de enfriamiento, por el incremento de la nubosidad y por el rápido crecimiento de las plantas (que de ese modo fijan rápidamente el CO2).​

En los trópicos los árboles crecen tres veces más deprisa que en las zonas templadas. Cada árbol de las zonas lluviosas de los trópicos fija anualmente alrededor de 22 kilogramos de CO2 de la atmósfera. Sin embargo este estudio halló que el efecto de plantar árboles en zonas templadas va de muy pequeño a nulo, porque el calentamiento debido a la mayor absorción de luz solar por los árboles contrarresta el enfriamiento debido a la fijación de CO2 atmosférico. Además este estudio confirmó hallazgos previos sobre que la reforestación de las regiones frías —donde predominan largos períodos de cobertura nival, árboles perennes y ritmos lentos de fijación— probablemente resulte en calentamiento mundial. Según Ken Caldeira, un científico de la atmósfera que trabaja en el Instituto Carnegie, «Plantar árboles fuera de los trópicos para mitigar el cambio climático es una pérdida de tiempo.»

Sin embargo su premisa de que las praderas reflejan más luz solar, manteniendo las temperaturas más bajas, solo se aplica en regiones áridas. Un césped bien regado, por ejemplo, es tan verde como un árbol, pero absorbe mucho menos CO2. Los árboles de hoja caduca también tienen la ventaja de proporcionar sombra en verano y luz en invierno, de modo que estos árboles, plantados cerca de viviendas, pueden incrementar la eficiencia energética de estas.

Este estudio sigue siendo controvertido y criticado por asumir que árboles de colores oscuros podrían reemplazar a la tundra helada en las zonas boreales del hemisferio norte. Los proyectos habituales de plantado de árboles normalmente se llevan a cabo en tierras que son de un color solo ligeramente distinto. Este efecto de calentamiento se midió a lo largo de cientos de años más que en el horizonte temporal de 30 a 70 años que los científicos dicen que tenemos para arreglar el cambio climático.

Por añadidura, el efecto de calentamiento descrito (de los bosques en las latitudes templadas y boreales) solo se produce cuando los árboles han crecido y creado una densa 'cobertura árbórea', y es precisamente en ese momento cuando los árboles cultivados con el propósito de compensar emisiones de CO2 deberían ser talados y el carbono absorbido, consolidado a largo plazo en forma de madera.

Coste
Así como los beneficios de plantar árboles son objeto de debate, los costes son bajos44​ si se comparan con los de muchas otras opciones de mitigación. El IPCC concluye que «Los costes de mitigación mediante forestación pueden ser bastante modestos (de 0,1 a 20 dólares estadounidenses por tonelada de dióxido de carbono) en algunos países en desarrollo tropicales... Los costes de la mitigación biológica, por lo tanto, son bajos comparados con los de muchas otras medidas alternativas». La relación coste-eficacia de la reforestación tropical no solo se debe al rápido crecimiento de los árboles en esas zonas, sino también a los agricultores de esos países, que plantan y cuidan especies de árboles que pueden mejorar la productividad de sus tierras. Con solo 90 dólares se pueden plantar 900 árboles, bastantes para quitar de la atmósfera la cantidad de dióxido de carbono producida por el consumo de combustibles fósiles del estadounidense medio.


Un estudio internacional estima que la biodiversidad de los bosques vale entre 166 y 490 millardos de $, mientras que el coste de conservarlos sería cinco veces menor.

Tipos de árboles plantados


El tipo de árboles plantados tiene gran influencia sobre el resultado medioambiental. A menudo es más rentable para intereses externos cultivar especies de rápido crecimiento, como el eucalipto, casuarina o pino (por ejemplo, pino insigne), si bien los beneficios para el medio ambiente y la biodiversidad de este monocultivo no son comparables al bosque nativo, y además estos proyectos de compensación de carbono son objeto de controversia.

Para fomentar el crecimiento de los ecosistemas nativos, muchos medioambientalistas abogan por plantar solamente árboles indígenas. Una solución práctica es plantar árboles nativos duros y de rápido crecimiento que empiecen a reconstruir las tierras. Plantar árboles no invasivos que ayuden al retorno natural de las especies indígenas se llama "regeneración natural asistida". Hay muchos de estos árboles no invasivos, de los cuales unos 12 se usan ampliamente, como la leucaena.

Alternativamente, la regeneración natural del bosque gestionada por los agricultores de la zona, que preservan los árboles existentes en vez de plantar más, se considera un método con una ratio coste-eficacia mayor que el plantado normal de árboles.


Un estudio​ de 777 126 parcelas forestales con 30 millones de árboles de 8 737 especies en 44 países, publicado en 2016 en la revista Science, concluyó que cuantas más especies de árboles (y otras plantas, como arbustos) hay en un bosque, más productivo es: de media un 10 % de pérdida de biodiversidad produce un 3 % de disminución de la productividad. Es falso por tanto que el monocultivo de una sola especie de árbol sea más productivo. Además los bosques diversos resisten mejor el cambio climático. Otra investigación,​ publicada en PLoS ONE, sobre 55 265 parcelas forestales en países europeos halló que, de media, la producción de madera era un 24 % mayor en bosques de varias especies de árboles que en los de una sola especie.




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